BIENVENIDOS A FIBSEM

El presente es un foro de difusión de la cultura de la Seguridad y las Emergencias en la comunidad Iberoamericana.

Tras nuestra experiencia en diferentes congresos internacionales nació la idea, entre colegas de diversos países con una relación históricamente intensa, de crear un vínculo de unión entre todas las instituciones y organizaciones del sector de la Seguridad y las Emergencias en el mundo y especialmente, en el ámbito Iberoamiericano.

Por lo tanto, el presente es un foro de unión participativa entre muchísimos colegas de todas partes del mundo, conformado por profesionales, federaciones, organismos y asociaciones de Seguridad Privada, FFAA., Seguridad Pública y de las Emergencias.

Sean bienvenidos y suscríbanse para recibir toda la información y artículos relevantes del sector.

Un foro donde habrá siempre un rincón para que los socios puedan opinar.

Si colabora en la Junta de alguna organización de seguridad y/o emergencias y cree conveniente que su organización participe en FIBSEM, no dude en contactar con info@fibsem.pro

Muchas gracias¡¡¡

La Junta directiva.


COLABORAN Y PATROCINAN


- LA OPINIÓN DEL SOCIO -


En esta sección recogemos artículos de opinión de los socios.
Si quiere publicar, puede mandarnos su artículo, siempre que no contenga publicidad, a: info@fibsem.pro

--------------------------

lunes, 13 de abril de 2020

EL ENEMIGO INVISIBLE


En nuestro país, se estima como cifra confiable que hay poco más de ochenta mil Vigilantes de Seguridad en activo, es decir, trabajando en clientes tanto privados como públicos, en todo tipo de sectores de actividad, ocio, restauración, comercial, industrial, transporte, sanitario, etc…
Este colectivo, al que tengo el orgullo y satisfacción de pertenecer desde hace veinticinco años, lo formamos mujeres y hombres que con el mejor celo posible desempeñan sus funciones, la de proteger personas y bienes e intentar garantizar de la mejor forma el correcto desarrollo de las actividades de sus lugares de trabajo.

El anuario estadístico del Ministerio del Interior de 2017, el último publicado y disponible en la web del Ministerio[1], cifra en 30.115 las intervenciones de todo tipo contabilizadas por el personal de Seguridad Privada en ese año, estas acciones se pueden leer en la página 331 del citado Anuario, y pasan desde las relacionadas con tráfico de estupefacientes, hurtos, delitos contra la libertad sexual, agresiones de cualquier tipo, etc, etc….

Estas intervenciones, se realizaron como se han hecho durante toda la vida, contra sujetos cuya actividad y propósitos delictivos los convierten en visibles y detectables, y se afrontan con la mejor disponibilidad posible, las más de las veces con medios y recursos insuficientes, pero con pundonor profesional y con la dignidad con las que cualquier persona que se precie realiza su trabajo, al igual que la persona que atiende la panadería, la peluquería, la tienda de ropa o cualquier actividad normal en nuestro entorno social.

Ahora, en este año 2020, en el que una enfermedad como es el COVID-19 se ha extendido de forma global por el planeta, en que, en nuestro país, con ciento sesenta y nueve mil cuatrocientos noventa y seis casos confirmados y diecisiete mil cuatrocientos ochenta y nueve fallecidos a hoy, 13 de abril, sin hacer pruebas diagnósticas que confirmen (o descarten) que se ha pasado la enfermedad en cualquiera de sus estadíos a las personas que pasan la enfermedad en aislamiento domiciliario, en que las cifras oficiales dan que pensar, nuestro colectivo, al igual que muchas otras personas de otros oficios, personal de centros comerciales, de cualquier rama del sector de alimentación, conductores profesionales de transporte público o de mercancías, de limpieza, del sector sanitario, cualquier ciudadano que sigue saliendo a la calle para desplazarse a su puesto de trabajo, sin saber si va a volver a casa siendo portador en el mejor de los casos, del virus que ha dado un vuelco total y radical a nuestra forma de vida.

Y no es solo el riesgo de volver con el “bicho” a cuestas, sino el poner en peligro a nuestras familias, en especial, a nuestros mayores, que se han mostrado como el segmento de población de mayor sensibilidad a enfermar y desgraciadamente, a fallecer.

Y digo fallecer, porque la carga de pacientes que está soportando nuestro sistema sanitario, el más afectado por la enfermedad, y no solo por atender a pacientes, sino porque su colectivo profesional está enfermando a un ritmo aterrador, les ha llevado a tener que “jugar a ser una deidad”, a decidir a quien se conecta a un respirador, y a quien no, porque no hay más medios, a repartir la medicación, porque sencillamente no hay para todos los pacientes, descartando por criterios de edad y perspectiva de vida, como se clasifica (triage) en criterios de medicina de guerra, cuando los medios se muestran insuficientes para las necesidades manifiestas.

La clasificación como personal de bajo riesgo que hizo en su día la Administración, al comienzo de la crisis del coronavirus, ha quedado clara e inequívocamente como errónea, con una cifra aproximadamente de diez mil profesionales de Seguridad Pública y Privada de baja médica y con bastantes posibilidades de que hayan contraído la enfermedad hasta el momento, con un número de fallecidos cercanos a veinte personas entre ambos colectivos a la redacción de este artículo de opinión, sin perder de vista de que las personas que componen ambos colectivos suman unos doscientos veinticinco mil profesionales en activo aproximadamente, lo que da una cantidad estimable de que cerca del 4,5% de la totalidad de profesionales está afectada por el COVID-19, nada mal para no ser población de riesgo, ¿verdad?. 

Cualquier profesional de Seguridad tiene experiencia en situaciones de riesgo, en las que se ha enfrentado con mejor o peor resultado contra una o varias personas que pretendían cometer un ilícito del tipo que fuere, pero ahora, el riesgo es invisible, ese riesgo lo están afrontando todos los hombres y mujeres que están saliendo a hacer su trabajo a las calles y edificios de nuestro país, los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado, Policías y Guardias Civiles, y por supuesto, los compañeros de Seguridad Privada de la mejor manera posible, sin medios de protección que llegaron tarde y a las personas que les llegó, que en muchos casos han tenido que apañarse por su cuenta y a su cargo económico, y en algunos colectivos, enfrentándose al riesgo de sanciones por emplear medios de autoprotección provistos por ellos mismos, algo inconcebible.

Este tipo de cosas, ejercen un efecto psicológico importante, y es el miedo, el pánico a que en ese tiempo que se está fuera de casa en trayecto y ejercicio de la actividad laboral, contagiarse y volver como ya he citado, a casa con el COVID-19 con el riesgo para nuestras familias.

No consta que se estén acometiendo planes de evaluación sobre el estado anímico del personal de Seguridad Privada, mecanismos de valoración de ansiedad y estabilidad psicológica frente a la amenaza que hay, literalmente, en el ambiente, desde que cada persona sale de su casa hasta que retorna a su domicilio, y se está perdiendo de vista algo importante, y es que si cualquier profesional de Seguridad tiene como potestad entre otras, para el uso de la fuerza en el desempeño de su trabajo, y es de especial relevancia que se encuentre en las condiciones idóneas desde la perspectiva de estabilidad emocional, para que pueda evaluar y decidir con el mejor criterio posible en el desempeño de su trabajo, en cualquiera de las situaciones e incidencias que gestionan en sus actividades.

Mis más sinceras y profundas condolencias a las familias de los fallecidos en esta gravísima situación que estamos viviendo en general y en particular, en nuestro país, es una situación trágica, dantesca, que más de diecisiete mil personas hayan perdido la vida hasta el momento en una pandemia como esta.

Mi mayor respeto y agradecimiento a todas las personas que salen a la calle todos los días para mantener un mínimo de normalidad funcional en nuestra sociedad y en especial, a los servicios de sanitarios y de seguridad, tanto pública como privada y sin olvidar a las personas que han aportado su granito de arena, en donaciones, producción de medios de protección, respiradores, sistemas de apoyo, y todas esas acciones que han contribuido a salvar vidas en una situación como esta.

ES.
Vigilante de Seguridad.
Jefe y Director de Seguridad.
Especialista Universitario en Gestión de Emergencias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario