BIENVENIDOS A FIBSEM

El presente es un foro de difusión de la cultura de la Seguridad y las Emergencias en la comunidad Iberoamericana.

Tras nuestra experiencia en diferentes congresos internacionales nació la idea, entre colegas de diversos países con una relación históricamente intensa, de crear un vínculo de unión entre todas las instituciones y organizaciones del sector de la Seguridad y las Emergencias en el mundo y especialmente, en el ámbito Iberoamiericano.

Por lo tanto, el presente es un foro de unión participativa entre muchísimos colegas de todas partes del mundo, conformado por profesionales, federaciones, organismos y asociaciones de Seguridad Privada, FFAA., Seguridad Pública y de las Emergencias.

Sean bienvenidos y suscríbanse para recibir toda la información y artículos relevantes del sector.

Un foro donde habrá siempre un rincón para que los socios puedan opinar.

Si colabora en la Junta de alguna organización de seguridad y/o emergencias y cree conveniente que su organización participe en FIBSEM, no dude en contactar con info@fibsem.pro

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- LA OPINIÓN DEL SOCIO -


En esta sección recogemos artículos de opinión de los socios.
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miércoles, 16 de diciembre de 2020

ACUERDO DE COLABORACION ENTRE FIBSEM-AIMCSE Y RED INTERNACIONAL DE PROFESIONALES DE LA SEGURIDAD

 

Estimados colegas, AIMCSE ha llegado a un acuerdo de colaboración marco institucional con la Red Internacional de Profesionales de Seguridad con sede en Costa Rica.

Este importante acuerdo capacita a amabas instituciones y el Foro Iberoamericano de Seguridad y Emergencias a impulsar congresos, eventos, formación de Seguridad a nivel internacional. 

Todos los socios de amabas organizaciones se pueden beneficiar de descuentos en todas las acciones formativas que se organicen por estas entidades.

1.- RED  se compromete a:

 

a) Incremenrar la difusión de FIBSEM Y AIMCSE entre sus lectores y usuarios. Para
ello, incluirá en su página web, en sus boletines informativos, así como en otras publicaciones de carácter divulgativo, la imagen e información de esta entidad.

 

b) Facilitar, o distribuir directamente, las publicaciones de interés para los asociados de FIBSEM Y AIMCSE, comunicando en cualquier caso el acuerdo suscrito y solicitando los permisos individuales oportunos.  

 

2.- FIBSEM Y AIMCSE  se compromete a:

 

a) Incrementar la difusión de RED entre sus asociados de los sectores de actuación. Para ello, incluirá en su página web, en sus boletines informativos, así como en otras publicaciones de carácter divulgativo, la imagen e información de la plataforma.  

 

b) Dar a conocer a sus asociados los productos de la RED, con las condiciones económicas especiales que se acuerden si es el caso.

 

c) Facilitar toda la información necesaria de sus asociados, bajo las condiciones de confidencialidad que requiera FIBSEM Y AIMCSE, para que RED   pueda enviar la información sectorial descrita en este acuerdo.  






 

 

jueves, 10 de diciembre de 2020

DESASTROSA GESTION DE LA PANDEMIA

 

Si jugase a encadenar series de palabras y me pusiesen COVID-19, gestión y España, seguro que afirmaría que la siguiente es DESASTRE. Pero este fácil juego de palabras esconde un sentimiento de frustración personal y que creo que se corresponde con el de muchos españoles (los que pueden sentir frustración porque muchos de nuestros compatriotas han dejado y dejan la vida en esta suerte de locura denominada pandemia). Mi frustración va acompañada de una pregunta que me hago constantemente: ¿por qué lo han / hemos hecho tan mal?

Durante años hemos escuchado hasta la saciedad, por unos y otros partidos, que teníamos una de las mejores sanidades del mundo, que nuestro sistema era envidiado en todo el planeta, que nuestros profesionales eran de los mejor capacitados del mundo, que vivíamos en un país seguro. Yo la verdad me he acostado tranquilo durante mucho tiempo, sabiendo que nuestros dirigentes mantenían una especie de paraíso donde había tenido la suerte de nacer y vivir. Ahora cuando me acuesto no me siento bien y lamento que este tsunami planetario denominado COVID-19 haya puesto en solfa toda nuestra vida. Lo que más me dolor me produce es que me temo que entregaremos a nuestros hijos un futuro en forma de testigo envenenado.

En cualquier caso, me gustaría no ejercer la crítica fácil y realizar un análisis en profundidad, un análisis profesional de una persona que proviene del mundo de la inteligencia y que en algunas ocasiones le ha tocado lidiar con algunas crisis, no sanitarias, pero es que todas las crisis se parecen, por lo menos en su esencia.

Dividiré este estudio en cuatro partes para que podamos juntos ir analizando el proceso y tener así más elementos de juicio.

GESTIÓN DE CRISIS

La gestión de crisis engloba todas las acciones que debemos ejecutar ANTES, DURANTE y DESPUÉS de la situación de crisis para amortiguar el daño producido. Estas acciones deben tener dos objetivos prioritarios, prevenir para que la crisis no se produzca o, en el caso de que no pueda evitarse, disponer de una respuesta adecuada para que nos afecte lo mínimo posible.

Las acciones de respuesta deben estar integradas en un plan estratégico que debe contener los protocolos de actuación y un control de su ejecución y cumplimiento. Este plan debe contener las capacidades reales de respuesta en el momento de su elaboración, cuestión para la que será necesario realizar un análisis exhaustivo de los medios materiales y personales de los que se dispone y plasmar claramente la estructura de división de funciones y responsabilidades.

En una estructura administrativa como la española, con una dirección general centralizada en el gobierno de la nación, pero unas competencias cedidas a las Comunidades Autónomas en muchos ámbitos, incluido por supuesto el sanitario, asumiendo por tanto estas la ejecución de las acciones en sus territorios, el sistema no debe variarse. Lo que funciona descentralizado no debe centralizarse porque se cometerá un error que generará confusión, falta de colaboración y desorden. Esta respuesta en el plano local debe incluir a los ayuntamientos que son los verdaderamente conocedores de las características de su población y de su propio territorio.

En el desarrollo de todas las acciones para hacer frente a la crisis la comunicación alcanza un valor extraordinario. Cuando un problema como una crisis afecta a toda población, y la respuesta ha de ser rápida y eficaz, para intentar sofocar cuanto antes los daños sufridos, disponer de un mensaje único, claro y conciso es de vital importancia. Es necesario tener en cuenta que la sociedad actual ya no se rige por los mismos patrones de comunicación y que hoy en día la información es en cierta medida incontrolable. Hoy cualquier persona dotada de su teléfono móvil se convierte en una suerte de reportero con capacidad para emitir un mensaje y que se viralice de forma inmediata e incontrolada, distribuyéndose la misma al margen de su veracidad y alcanzando un plano global y no local.

Una consecuencia derivada de todo este escenario es que tanto los gobiernos como los medios de comunicación tradicionales han perdido el monopolio de la distribución de noticias, produciéndolas ahora personas que no son profesionales de la comunicación.

Esto produce que realizar acciones de desinformación, especialmente perjudiciales en el caso de una crisis de cualquier tipo, sea tremendamente fácil y difícil de controlar.

Todas las crisis tienen, al menos, tres características comunes que marcan cuál debe ser nuestro comportamiento ante ella: necesidad de tomar decisiones, falta de información y rapidez de acontecimientos. Estas situaciones, sea cual sea el agente que las produce, son momentos vitales, decisivos, porque alteran la normalidad, generan sensación de debilidad, nos vuelven frágiles, y se pone en cuestión todo aquello que ayer, cuando todo era normal, no se ponía.

Lo malo de toda esta situación, por si lo anterior fuese poco, es que las normas que regulan nuestra normalidad ya no valen, debemos tomar decisiones rápidamente y deben ser certeras para no agravar aún más la crisis, no contamos con protocolos adecuados, el personal que ayer era perfecto hoy ya no lo es tanto, la coordinación entre organismos no estaba pensada para esto y los que dirigen el escenario disponen de un conocimiento más bajo de lo que sería deseable.

Tratemos brevemente el asunto de los que dirigen. El asunto se convierte en un verdadero problema cuando asumen la dirección de estas situaciones personal con poco o ningún conocimiento al respecto y poca o nula experiencia en estas actividades. Lo recomendable es que antes, durante y después se atienda a los criterios de profesionales con experiencia en este campo, que primen los criterios científicos por encima de los políticos o de cualquier otro tipo. Pero lo que suele ocurrir, cuando las crisis afectan a los Estados, tal y como ocurre con esta, es que toman la rienda de su gestión los políticos, desoyendo las indicaciones de los técnicos, y llevando el asunto a la arena política, convirtiéndose en el arma arrojadiza para lanzarse unos y otros. La verdad es que la clase política parece que viva permanentemente en una realidad paralela, en un mundo inventado para que ellos disfruten con sus batallas políticas.

La política, y esto es mi opinión, creo que es la única actividad profesional en la que primero te contratan y después demuestras si estás capacitado o no para llevar a cabo las labores que se te han encomendado. Esto no ocurriría nunca en la empresa privada, donde se contratan a las personas porque han demostrado su capacidad profesional anteriormente y esto es lo que determina su valor para la compañía y su sueldo.  

 En definitiva, una crisis es, si me permiten el símil, una cámara fotográfica que nos retrata a la perfección y pone a cada uno en su sitio, nadie está fuera de la escena. Y los que mandan, ordenan y organizan están en el primer plano. Todos los que aparecen en la escena quedan retratados con sus capacidades y sus carencias. Si todos tienen muchas capacidades la fotografía será de color y de alta calidad y si no las tienen será en “blanco y negro” y de baja calidad.

A priori, cuando uno cuenta con todos los medios de un Estado y con todo el poder de ejecución, la gestión de una crisis pudiera considerar una cuestión fácil, pero resulta que no lo es y a los hechos me remito.

Pero pasemos a ordenar solamente algunos de los aspectos esenciales para asumir con ciertas garantías la gestión de una crisis de estas características:

·        Disponer de un sistema de prevención y vigilancia para así obtener la información que nos indique si la infección puede llegar a nuestro territorio.

·        Identificar nuestras capacidades y debilidades para afrontar la crisis sanitaria, social y económica, si se produce la transmisión del virus a nuestro territorio

·        Auditar y definir las necesidades: de personal, de material y de instalaciones, entre otras.

·        Elaborar un Plan General de Actuación frente a la crisis: protocolos de actuación, planes de coordinación, plan de comunicación

Dentro de los protocolos de actuación y de las medidas urgentes a adoptar deberían estar algunas como las siguientes:

·        Establecer necesidades de personal sanitario y de otras especialidades

·        Establecer las necesidades de material cubiertas y las que no para establecer la compra del material sanitario y de protección necesario

·        Identificar las vías por las que pueden llegar casos a España (marítima, terrestre o aérea) y las medidas de control.

·        Establecer medidas para el control de la población infectada y su tratamiento.

·        Establecer medidas para que la población no infectada disminuya el riesgo de infectarse (mascarilla, distancia social, higiene)

·        Habilitar espacios no hospitalarios para prevenir la sobrecarga del sistema sanitario

·        Establecer protocolos para aquellos lugares de alto riesgo de contagio (residencias de ancianos, centros penitenciarios, colegios, empresas, lugares de ocio, etc.)

·        Reducción de la movilidad o prohibición de esta

·        Prohibición de reuniones

·        Tratamiento de los fallecidos

·        Mentalizar a la población de los efectos de la pandemia y la necesidad de colaboración (comunicación)

·        El tratamiento de la postcrisis

ANÁLISIS DE LO OCURRIDO EN NUESTRO PAÍS

Si me permiten haré un repaso de algunos de los puntos esenciales desde el punto de vista médico sanitario y poder analizar así si la gestión ha sido correcta o no, si hemos atendido a criterios profesionales o a otro tipo de criterios, etc.

¿Disponíamos de un sistema de prevención y vigilancia?

Sí disponemos de un sistema de prevención y vigilancia que aportó información nacional e internacional, lo que ocurre es que políticamente, desde el comienzo, se optó por la política negacionista, desoyendo las advertencias de las instituciones internacionales. Parecía más importante la lucha política entre Gobierno y Oposición que atender a lo que se nos venía encima.

Desde el mes de diciembre de 2019 ya existían informaciones que nos indicaban que se podía producir una pandemia, pero se prefirió comunicar que a nosotros no llegaría, solamente es necesario ir a la hemeroteca para comprobarlo.

El efecto inmediato de no asumir un problema es que no se toman las medidas necesarias para atajarlo y por tanto se pierde un tiempo que después nos faltará. Recordemos que la velocidad de respuesta es vital para defendernos de los efectos de cualquier crisis.

¿Se procedió a identificar nuestras capacidades y debilidades para afrontar la crisis que supondría la llegada del virus a nuestro territorio?

Es evidente que no. Solamente es necesario recordar las comunicaciones oficiales por parte del responsable de gestión, Fernando Simón, diciendo: “A España no llegará”, “Como mucho no habrá más allá de algún caso diagnosticado”, “No habrá transmisión local”. Con un planteamiento así es imposible que se estuviese preocupando de identificar nuestras capacidades y debilidades. ¿Qué más dan nuestras capacidades o debilidades si no llegará a nuestro territorio? La verdad es que esto, desde el punto de vista profesional de gestión de crisis me parece no sólo un error sino algo trágico, teniendo en cuenta que en una crisis de estas características los errores se pagan con fallecidos. Mientras se dedicaban a estos menesteres no llevaban a cabo las gestiones necesarias, perdiendo nuevamente un tiempo precioso que luego necesitaríamos y ya no tendríamos. Si nos preparamos para la crisis antes de que llegue reaccionaremos a tiempo, estaremos preparados, seremos proactivos, pero si no lo hacemos y comenzamos a reaccionar cuando ya la tenemos encima pasaremos a ser reactivos, es decir, ya solo podremos ir taponando “vías de agua” a medida que se produzcan. Y esto es lo que exactamente ocurrió en nuestro caso.

¿Se establecieron las necesidades de personal sanitario y de otras profesiones que serían necesarios para intentar paliar los efectos de la crisis?

A la vista de las imágenes que todos pudimos ver en la primera ola, y que lamentablemente se han reproducido en la segunda, aunque con menor intensidad, no parece que se hubiese previsto mucho. Todos pudimos contar con el sacrificio del personal de sanidad que se esforzaron y arriesgaron la vida en primera línea de batalla al COVID, pero todos pudimos ser testigos de sus protestas, sus lamentos, sus peticiones, sus críticas. Se trasladó personal de los servicios primarios, cerrando estos, se contrató a personal que no había terminado la carrera, se utilizó al personal en prácticas, se contrataron a jubilados y voluntarios. ¿Creen ustedes que esto es un ejemplo de prevención? Pues no, no lo es. Si lo fuese habríamos aplaudido desde los balcones la gestión de nuestros políticos, pero no lo hicimos y solamente aplaudíamos a aquellos que daban muestras evidentes de estar luchando por nosotros sin medios, pero con valentía y arrojo. Esos aplausos eran la muestra evidente del éxito de unos y del fracaso de otros. Los ciudadanos parecíamos con nuestras palmas entonar un sonido que si se le pusiese letra sería algo así como “Salvarnos de esta”.

¿Se procedieron a establecer las necesidades de material cubiertas y las que no, para establecer un plan de compras del material sanitario y de protección?

Estoy seguro de que no. Y esto no es así porque un paso previo a la realización de estas tareas es la puesta en marcha de una auditoria para comprobar nuestro estado real, no sobre el papel, que el papel lo soporta todo. Un problema que se produce es que el Estado, en la mayor parte de las cuestiones, es auditor de si mismo, adulterándose de este modo los resultados, lo que no se produciría si las auditorias fuesen externas, de organizaciones imparciales que no están sujetas a las presiones internas.

En este aspecto huelga decir que no se llevó a cabo la compra de material con una previsión lógica y con tiempo de anticipación. Todos hemos sido testigos del intento de compra de material en plena pandemia y de espectáculos bochornosos en los que todas las administraciones comenzaron a intentar realizar compras independientemente. Además de todo ello, se produjo un caos informativo donde, en el caso de las empresas, ni siquiera tenían claro cuál era el material adecuado para comprar. Y no recordemos, porque recordarlo produce rabia, los engaños, retrasos y compra de material que no estaba en buenas condiciones.

También podemos recordar las imágenes, y una vale más que mil palabras, que nos mostraban a los sanitarios intentando protegerse con plásticos o con material fabricado por ellos mismos. Debemos dar gracias en este sentido que nuestro pueblo es un pueblo solidario y en los peores momentos de la pandemia aparecieron personas individuales y empresas dispuestas a poner todo de su parte para comprar o producir el material necesario. La escena nos recordaba que “Don Pueblo” siempre está dispuesto para pelear y poner lo mejor de cada uno, a pesar de la inoperancia de los que los dirigen.

¿Se procedió a identificar las vías por las que podrían llegar casos a España (marítima, terrestre o aérea) y las medidas de control?

Es evidente y obvio que las vías estaban identificadas. El virus necesita un vehículo de transporte que puede ser el ser humano, los animales (si existiese transmisión entre animales y ser humano), o los materiales en los que pueda alojarse y sobrevivir durante un tiempo. Todo ello entra por nuestras fronteras por las tres vías señaladas. Pero lo importante de la frase no es la primera parte sino la segunda <<establecer las medidas de control>>. Pues en España identificamos las vías de entrada y nos quedamos parados pensando qué hacer. Nuestros gobernantes tenían un montón de dudas en sus cabezas: no perjudicar la economía, no establecer medidas anti electorales, no molestar a colectivos o partidos, no paralizar los ingresos del turismo, no paralizar las empresas. Dudas razonables pero que evidencian las tremendas carencias de preparación para afrontar la crisis, la falta de planes de prevención, la falta de experiencia y muchas otras faltas. El resultado es ya conocido, se llevaron a cabo manifestaciones, reuniones de partidos, encuentros deportivos, llegaron a España turistas de países como Italia o Alemania que ya tenía ciudadanos infectados de COVID, o de la misma China, y no pasó nada. El título ya va tomando forma y creo que no me he equivocado al utilizar la palabra “desastrosa”, creo que incluso podría haber unido a ella la palabra “lamentable”.

¿Se establecieron medidas para el control de la población infectada y su tratamiento?

Yo no soy especialista en medicina y hablo solamente desde el punto de vista de la gestión de la crisis, de una gestión que, como la de todo este tipo de situaciones, requiere de sentido común y de un procedimiento de trabajo ordenado y lógico. Desde este punto de vista parece obvio que cuando existe una infección y transmisión comunitaria, debemos identificar qué parte de la población está infectada y qué parte no lo está y para ello es necesario llevar a cabo pruebas diagnósticas a toda la población, o por lo menos a la mayor parte de ella. Cómo podemos enfrentarnos al virus si ni siquiera sabemos dónde se encuentra. Otra cuestión es que no podamos llevar a cabo estas pruebas porque no dispongamos del material, lo que nuevamente parece evidenciar lo preparados que estábamos y la cantidad de planes que teníamos preparados.

Fijémonos en el orden de compra de material que se ha llevado a cabo, realizado a un ritmo que no marcábamos nosotros sino nuestras carencias. Primero mascarillas quirúrgicas y EPI,s, como no llegan para la población se habilitan las higiénicas de todo tipo, con certificación o sin ella, después respiradores, después guantes y pantallas, después batas. Y ahora, en este momento de la segunda ola, pues ya tenemos mascarillas, ya tenemos material y por tanto ahora necesitamos comprar test PCR o test de antígenos.

Lo que parece evidencias el orden de compras es que no teníamos ningún plan y reaccionamos como pudimos y, por tanto, procedimos a comprar lo más necesario. Ahora que tenemos cubiertas, más o menos, las necesidades primarias, procedemos a cubrir las de diagnóstico. No les parece un absurdo esto señores. Estamos comprando ahora el material que habría que haber comprado al principio para tratar de identificar a la población contaminada y proceder a su aislamiento y curación. El mundo al revés. Esto es como si estuviésemos en la guerra y comprásemos todo el material y por último las balas.

¿Existían protocolos para aquellos lugares de alto riesgo de contagio como las residencias de ancianos?

Me permito resaltar las residencias de ancianos porque el resultado ha sido dramático. Todos hemos podido ver a familiares que no podían despedir a sus seres queridos, las infecciones masivas y las muertes a millares. Tenemos una deuda eterna con nuestros mayores que levantaron un país para que viviésemos mejor que ellos y no hemos sido capaces ni de protegerles.

Está claro que, en el análisis inicial, donde había que haber previsto los lugares de mayor riesgo, las residencias de ancianos deberían haber ocupado un lugar preferente. Son lugares en los que coinciden varios de los vectores de riesgo como son la edad avanzada de los residentes, otras patologías, hacinamiento en muchas de ellas, imposibilidad física de aislar a los residentes, etc.

La falta de previsión y de planes específicos han provocado la muerte de millares de ancianos ingresados en las residencias de todo el territorio español que no son si no el resultado de un fracaso estrepitoso. Esto es algo sobre lo que, sin duda, deberán depurarse responsabilidades más adelante.

Es gravísimo también que muchos de los residentes hayan perdido la vida sin poder despedirse de sus familiares en la era de las nuevas tecnologías, en la era de las comunicaciones. Cómo puede ser que no hubiese nada previsto y que se solucionase con la buena voluntad de los trabajadores de estos centros. Como siempre resolviendo los problemas los héroes anónimos, los que han padecido con ellos esta situación.

Lo más sangrante de este asunto es que en plena crisis, en vez de ponerse todos a una a intentar resolver la situación, los políticos se dedicaban a atacarse unos a otros, gobierno y oposición, y a intentar no asumir la responsabilidad de la gestión. Me parece increíble que haya personas, no me importa de qué signo político sean, que puedan dormir tranquilos después de esto.

¿Había protocolos para el tratamiento de fallecidos?

Pues no es necesario comentar mucho. Recordemos los muertos amontonados en los hospitales, en los pasillos, la falta de refrigeradores de los hospitales para tanto fallecimiento y las soluciones de improvisación. Recordemos el montaje de la pista de hielo del Palacio de Hielo de Madrid para almacenar allí cientos o miles de cadáveres.

Pero les voy a recordar más. Como nadie puede defender esta gestión si por no tener no teníamos ni un control real. Se acuerdan de las personas a los que se les comunicaba que su anciano familiar había fallecido y no podían decirle donde se encontraba su ataúd. Pero podemos continuar porque la gestión es peor aún. Cómo iban a ser capaces de gestionar protocolos para los cadáveres si ni siquiera eran capaces de contarlos. A día de hoy, en la segunda ola, donde ya no podemos decir que nos ha pillado de sorpresa, todavía no sabemos con exactitud cuántos ancianos han fallecido de COVID, ni cuantos ciudadanos españoles han muerto por la infección. ¿Es grave o no? Estamos en la era de las comunicaciones, de la informática, de la inteligencia artificial. ¿Cómo puede ocurrir esto? Y lo peor de todo sería pensar ¿no saben las cifras o es que nos están manipulando y no nos cuentan la verdad? En cualquier caso, todo evidencia la no preparación, la falta de protocolos, la inexperiencia y muchos otros males.                                                                                                                                          

¿Se ha mentalizado a la población de los duros efectos de la pandemia con una campaña de comunicación correcta?

Lo peor, créanme, lo peor desde el punto de vista de la gestión de esta crisis ha sido la comunicación. Si tuviese que calificarla diría que merece una nota de Muy Deficiente. Podría enumerar miles de ejemplos, pero es que todos ustedes los han escuchado. Más que una campaña de información a mi me parece una campaña de desinformación. Si lo que quieren es que todos los españoles desconozcan cuales son las intenciones de su gobierno lo han conseguido con nota. Si lo que pretenden es ocultar la falta total de preparación y los errores garrafales, lo han conseguido con nota.

Existe un problema peor que el comunicar mal y es desconocer a quien se comunica el mensaje. Aquí todos debemos entonar el mea culpa, somos españoles y tendemos a entender las cosas como queremos, adaptándolas a nuestras necesidades en cada momento, no somos respetuosos con las normas, siempre intentamos saltarnos las restricciones. No es casualidad que una de las obras maestras de nuestra literatura sea “El Lazarillo de Tormes”, un truhan con todas las letras, y nuestra joya literaria por excelencia sea “El Quijote”. Que genialidad la de Cervantes dibujando un señor, un gobernante, fuera de la realidad y un representante del pueblo, Sancho Panza, cargado de sabiduría popular, pero obedeciendo las órdenes de un loco incapaz. ¿De dónde le vendría la inspiración a nuestro gran escritor?.

De verdad que no conocen a su pueblo, de verdad que no saben como nos comportamos. A principios de la pandemia había mas denunciados que infectados y yo, en aquel momento, dije que un país así tenía que hacer una profunda reflexión. Lo malo es que esto ocurría y sigue ocurriendo.

Desde el gobierno se ha comunicado de forma lamentable. El ministro Illa y Fernando Simón no son un buen ejemplo de comunicadores. Pero algo peor es que se comunica y se informa con tibieza, sin transparencia, engañándonos como a idiotas, con bailes de cifras, con instrucciones que no entienden ni ellos. Podríamos afirmar que este punto de la gestión de crisis es el exponente mas representativo del tremendo fracaso a la hora de gestionar nuestra crisis.

Un ejemplo clarificador de lo que estoy diciendo es que, tal y como está establecido en la gestión de crisis, cuando se prevé que no podremos controlar sus efectos la comunicación hacia la población debe ser transparente con el objetivo de lograr su confianza y mentalizar a la misma del esfuerzo y los esfuerzos que habrá que realizar. Si analizamos los datos aportados por varias encuestas en los que nos informan de que un 51 % de los españoles no se fían de la vacuna y no quieren que se les suministre estaremos ante el resultado de una campaña de información penosa.

La nefasta campaña de comunicación permanente ha dado como resultado una mayor desconfianza del pueblo en sus gobernantes, agravando todavía más la crisis y generando una situación negativa hacia la “obediencia”, lo que sin duda no es bueno para gestionar la crisis existente.

CRISIS FUTURAS

El problema de las situaciones de crisis es que habitualmente, como los males, nunca vienen solas. A menudo, los expertos en estas situaciones lo reconocen, cuando la situación parece que no puede agravarse mas se agrava o aparece otra situación de crisis paralela. En este sentido, esta crisis es evidentemente así. Ha llegado para situarnos en un escenario de crisis sanitaria, de drama sanitario, pero que también nos ha generado un agravamiento de las crisis que ya teníamos: la económica y social.

Todavía no habíamos superado los efectos de la anterior crisis económica y ahora el COVID nos sitúa en las peores cifras económicas de la historia reciente. Si vislumbran horizontes de parados inasumibles, ruinas de negocios, pérdida de poder adquisitivo, pérdida de muchas de las ventajas de nuestro estado del bienestar y un largo etcétera de cuestiones. Esta crisis, que también se ve venir, será un desastre que también nos pille por sorpresa.

A juzgar por las medidas adoptadas por el gobierno no parece que exista un plan claro, más allá de esperar el dinero que llegue de Europa y nos salve. Lo que ocurre es que el endeudamiento alcanzará cifras inasumibles y habremos hipotecado la España de nuestros hijos, la de nuestros nietos y alguna generación más allá.

Con la crisis económica llegará la crisis social. El enorme número de parados y subsidiados obligarán a aumentar la presión impositiva sobre aquellos que todavía son capaces de mantener sus empresas a flote, probablemente hundiendo a muchas de ellas. El dinero no cae del cielo, ni de Europa, el dinero se nos presta y tenemos que pagarlo.

Como puede entenderse entonces que, en plena crisis, en un país con un tejido industrial mayoritariamente de micropymes o pymes se plantee una subida en el mes de octubre de este año de la cuota de autónomos. Si estas son las medidas de apoyo mejor que nos dejen como estamos. La necesidad de recaudar hace que se subsidie a los que no pueden producir grabando a los que todavía lo hacen para poder mantener el gasto público. Estas medidas tendrán como fruto el cierre de miles de negocios que dejarán de aportar y pasarán al otro lado del escenario.

Otro problema, otra crisis, es la gestión de la digitalización de la Administración del Estado. En estos momentos tan duros, donde todo se ve afectado, los ciudadanos requieren de una administración rápida y eficaz para solventar en alguna medida los problemas del día a día. Se necesitan agilizar procesos administrativos y mejorar los plazos para que las empresas tengan una respuesta rápida a sus peticiones. El problema, que cuesta entenderlo, es que la respuesta de la administración ha sido pasar a mucho de su personal a la situación de teletrabajo. Este asunto, a priori, no debería afectar al rendimiento de los servicios, no debería ralentizar las gestiones de los ciudadanos. Pues el resultado es todo lo contrario. Los procesos administrativos se han ralentizado, los plazos se han alargado, los ciudadanos no reciben la atención necesaria y todo funciona peor que antes. ¿Pueden ustedes entenderlo? Pues es fácil. Es más que evidente que no existía un plan para responder a esta situación y se ha ido respondiendo a todo a medida que se producían los acontecimientos, tarde, mal y sin sistema lógico alguno.

Otro problema que viene a agravar aún más nuestra situación y que es otra crisis en sí misma, es la llegada masiva de inmigrantes del continente africano y de otras zonas del mundo. Esto es sin duda un problema humanitario, una crisis humanitaria. Debemos responder con prontitud, con respeto hacia estas personas que son víctimas de dramas mayores del que nosotros estamos viviendo, pero con orden y con un sistema de integración preparado para asumir estas llegadas, así como con un análisis exhaustivo de los motivos de estas llegadas masivas. No podemos ponernos a inventar soluciones que mas que ideas son ocurrencias y que son parches que no solucionan nada. El problema, como siempre, es que ni siquiera pensábamos que esto podía ocurrir, nos ha sorprendido. Somos el país de la sorpresa permanente fruto de la ineptitud histórica ante este tipo de situaciones.  

Jorge Gómez Pena

Vocal Inteligencia ADISPO y AIMCSE

CEO en HSI