Analizando
y meditando sobre toda la evolución del covid19 a lo largo y ancho de la
geografía mundial, llego a unas cuantas conclusiones:
Primera:
los servicios de Inteligencia, públicos y privados (los internos de empresa y
las propias empresas de servicios de inteligencia) tienen o deberían de tener
un peso específico en la detección de todo
tipo de amenazas.
La
provisión de Inteligencia a los organismos para los que realicen la actividad,
debería de haber sido adecuada, permitiendo dotar de los análisis de riesgos y
amenazas con la necesaria antelación para la articulación de medidas tanto en
el ámbito público, como en el privado.
Segunda:
la toma de decisiones, oportunas en el
tiempo, habrían reducido el impacto que se ha producido y el que queda por
venir, con una actuación temprana y adecuada, activando medidas tanto
organizativas como de los recursos humanos y materiales para haber tenido una
respuesta idónea.
Tercera:
la articulación de procedimientos y de
los necesarios recursos de todo tipo convenientemente seleccionados,
adquiridos y dinamizados dentro del tejido industrial, habrían podido, con una
puesta en marcha a primeros de febrero a más tardar, que propiciase un control
temprano de la situación, que habría tenido un impacto menor en nuestra
sociedad.
La
costumbre española de cerrar el cercado cuando el caballo se ha escapado, ha
producido lo que estamos sufriendo, y lo que nos queda por venir, en especial,
el impacto demográfico - las pérdidas humanas -, el social, el laboral - una
tasa de paro altísima, todavía en fase de predicción, sin tener una conciencia
real de a donde puede llegar y su permanencia en el tiempo-, económica - una
crisis de proporciones casi de postguerra -, y otras, que ya se verán cómo se
manifiestan y como se gestionan.
Cuando
se informó el 30 de diciembre pasado de los casos confirmados en Wuhan,
solicitando a los hospitales de la región que informasen inmediatamente de
cualquier caso de neumonía atípica, cerrando dos días después el mercado de
animales vivos de la ciudad por considerarlo el foco inicial del fuego que se
propagaría a toda velocidad por el planeta, un par de semanas más tarde este
asunto ocupaba todos los medios informativos hasta evolucionar como es conocido
por todos.
Vivimos
en un mundo global, donde se puede ir de una punta a otra del planeta en poco
más de veinticuatro horas, con una ingente cantidad de personas que viajan por
cualquier motivo, ocio y negocios principalmente, teniendo presente que China
se ha convertido en una gran fábrica que produce de todo y vende a casi todos
los países recibiendo miles de visitantes por motivos de negocio de todas las
regiones del globo, una nación que tiene millones de ciudadanos residiendo
fuera de sus fronteras y que obviamente, también viajan por los motivos
descritos, era predecible que el virus se propagase por todo el planeta y a una
velocidad asombrosa.
Era
predecible que, habiendo mantenido una debida vigilancia sobre los
acontecimientos, basándonos en las experiencias previas de 2002 con el SARS
,
el MERS
en 2012 o el Ébola
en 2014 como brote más relevante, como citar algunos ejemplos, nos puede
sugerir que, como parte de acontecimientos a monitorizar, los fenómenos de
ámbito sanitario como el COVID19, deben de ser observados con la necesaria
atención.
La
puesta en práctica de actividades MEDINT
(Inteligencia Médica también conocida como Sanitaria), que por definición es
aquella relativa a la recogida,
evaluación, análisis e interpretación de la información médica, ambiental,
biológica y epidemiológica de países y regiones concretas que está relacionada
con la salud de las personas y de los animales, con la finalidad de detección
de amenazas que puedan afectar a la población en el entorno al que nos
referimos con este artículo de opinión, en las actividades de Inteligencia,
propias o integradas en la Gerencia de Seguridad, debe observar con la debida
atención este tipo de acontecimientos.
Articulando
de la mejor forma posible procedimientos, medios humanos, técnicos y
organizativos, podremos intentar extraer análisis de riesgos adecuados para su
gestión correcta.
Pongamos
un ejemplo ilustrativo:
Teorizamos
que trabajamos en el Departamento de Seguridad de una empresa española con
intereses en China como Analistas de Inteligencia, nos ubicamos a mediados de
enero de 2020, y que tenemos a cuatro empleados, indistintamente de su nivel
jerárquico en la empresa, de viaje en el país, han ido a temas de negocio con
uno o varios partners allí.
Nosotros,
que
“hacemos los deberes”, y
observamos todo lo que pueda ser de interés para las operaciones de nuestro departamento
y que estamos debidamente informados de que empleados se encuentran de viaje
allí, detectamos por la aparición en prensa internacional confirmado por un
boletín de la Organización Mundial de la Salud
,
que ha aparecido una enfermedad, presuntamente vírica en la zona del país donde
se ubican las empresas de los
partners, la
enfermedad progresa en número de afectados a una velocidad altísima y que están
apareciendo casos fuera del país.
Nosotros,
incluimos en el informe de inteligencia diario que refleja los eventos de
interés y del ámbito correspondiente estos acontecimientos y los dirigimos al
Director de Seguridad al cargo del Departamento para su evaluación y toma de
decisiones, que probablemente, pasarán por establecer un contacto con todos y
cada uno de los miembros de la delegación comercial, confirmación de su estado,
informar a las autoridades sanitarias para su conocimiento y autorización de
las operaciones necesarias así como a los servicios médicos de la empresa de
tenerlos o buscar una alternativa adecuada a tal propósito, viabilidad de
repatriarlos en un transporte medicalizado, organizar un lugar de confinamiento
a su retorno para mantenerlos aislados, un equipo médico para un reconocimiento
acorde, así como las medidas organizativas adecuadas en función de la evolución
de los acontecimientos.
Enrique Silva.
Jefe y Director de Seguridad.
Analista de Inteligencia.